El cambio climático es un término que, aunque hace mucho que se acuñó, hoy en día es imposible no saber su impacto y consecuencias. En los tiempos que corren, la concienciación por el medio ambiente y por nuestros recursos naturales y el planeta, pasaron de ser una mera “tendencia”, o “nicho” a una preocupación general que nos recuerda constantemente que vivimos en una era que está intrínsecamente definida por los retos climáticos por venir.
La tecnología nos ha provisto la capacidad de cambiar algunos de nuestros comportamientos y llevar a cabo negocios y actividades "más ecológicas", sin embargo, aún queda mucho; no nos hemos acostumbrado todavía al acelerado ritmo de los cambios ambientales que, desafortunadamente, ocurren más a menudo y son cada vez, más críticos. En este contexto, las redes sociales se han convertido en una herramienta de importante vitalidad, pues, proporcionan un espacio para que el público participe e influya directamente en la aceptación o rechazo de ciertas decisiones ambientales, que históricamente eran tomadas por gobiernos y corporaciones. Las redes han ampliado este sentido de pertenencia hacia el planeta, y de una manera nos ayuda a conectarnos con los desafíos y soluciones ambientales, sus protagonistas, y las narrativas locales y globales, que nos afectan y unen a todos como comunidad.
Las organizaciones y defensores del medio ambiente, también han adoptado paulatinamente la revolución de las redes para crear conciencia sobre el cambio climático y la necesidad de conservación del planeta tierra, las especies en peligro de extinción, la biodiversidad, entre otros, y así, de esta manera propiciar espacios para el apoyo a campañas y movimientos específicos, mientras al mismo tiempo buscar conectar agentes y actores para impulsar dichas actividades.
¿En qué áreas están las redes sociales ayudando a combatir el cambio climático?
1. La capacidad que tienen las organizaciones de acceder a un amplio número de individuos ha sido determinante. Las redes sociales facilitan la interconexión de personas que están interesadas en los mismos temas y problemáticas. Por ello, estas son propicias para la difusión de mensajes y campañas ambientales en formatos rápidos y dinámicos y lo que hace que muchas ONG's puedan llegar a distintos sectores de la población, ampliando así su base de usuarios.
2. Las redes sociales han impulsado el surgimiento del rol del activista independiente o ciberactivista. Por ejemplo, durante el Derrame de petróleo de Deepwater Horizon, los residentes de la costa del Golfo utilizaron Facebook y Twitter para compartir sus historias personales y proporcionar a nuevas fuentes y medios de comunicación independientes, información instantánea sobre los acontecimientos in situ, mientras estos iban ocurriendo en tiempo real. Dado que las personas ahora ven sus transmisiones en las redes sociales como fuentes primarias de noticias e información, este tipo periodismo independiente tiene un matiz muy positivo, pues permite llegar a más usuarios a un bajo coste.
3. Las redes sirven, no sólo como punto de inflexión, sino también como un punto de presión para incitar y exhortar apoyo durante campañas medioambientales específicas. Greenpeace, es un claro ejemplo del uso de este tipo de estrategias, en ocasiones utiliza las redes con mensajes contundentes y creativos para hacer llegar al público sus últimas acciones sociales e influir directamente en la opinión pública. El uso de este tipo de tácticas públicas para exigir cambios de actitudes o movilizar masas hacía un asunto en específico se ha convertido cada vez más en una herramienta de las organizaciones ambientales, y también de muchas marcas.
4. Las funciones de geolocalización y los hashtags, incorporados en todas las plataformas y ampliamente usados en Instagram y Twitter, han permitido que los usuarios compartan historias sobre sus entornos locales y crisis medioambientales relacionados con estos. Un claro ejemplo de esto, fueron las personas que etiquetaron imágenes de la grave sequía que atravesó el estado de California en el año 2015. En aquel entonces, no se sabía a ciencia cierta el impacto y efecto de dicho fenómeno ambiental hasta que los usuarios empezaron a usar los hashtags "#californiadrought", "#drought" o "#Droughtshaming", que hizo que muchos otros ciudadanos californianos se enterasen del contexto de la sequía en tiempo real y empezaran a acudir y llamar masivamente a otros, a involucrarse en este desafío ambiental.
En este sentido, y así como las redes suelen servir de espacios para divertidos retos y tendencias, las plataformas sociales también son auspicie de contenido de índole reivindicativo. Uno de los últimos retos que se ha propagado como la pólvora ha sido el #TrashTag o #TrashtagChallenge, una iniciativa para recoger basura acumulada en espacios naturales. La propuesta surgió en las redes hace unos años, pero en estos últimos días ha tomado mayor impulso con la publicación de miles de imágenes mostrando el antes y después de distintos entornos naturales alrededor del mundo con el uso de la etiqueta, o hashtag, en países como México o Australia.
Por primera vez, un reto en las redes sociales presenta una iniciativa a favor del medioambiente y así, intentar aumentar la concienciación en la sociedad acerca de la conservación de este y la correcta separación y reciclaje de residuos. De este tipo de iniciativas se pueden beneficiar muchos espacios naturales, parques y playas cuyo objetivo sea visibilizar la cantidad de residuos que se encuentran actualmente en sus entornos y que deseen al mismo tiempo, promover la participación de sus vecinos y de la comunidad en general. El impacto de este tipo de retos es redondo, porque va de lo local a lo global. Por un lado, tiene un efecto real en la zona que es liberada de la basura vertida por el hombre. Por otro, consigue un efecto universal al mostrar en las redes sociales el impacto que tienen las acciones personales en el medio ambiente, por muy pequeñas o insignificantes que estas parezcan.
Con el uso cada vez mayor de las plataformas sociales a nivel mundial, el análisis de contenido de datos digitales nos ayudará a comprender con mayor precisión y premura las amenazas relacionadas con la actividad humana en sitios donde las amenazas e impactos ambientales son actualmente desconocidos o difíciles de evaluar. El big data y los metadatos de las redes sociales contienen información útil y privilegiada, que, si se usa efectivamente, tiene el potencial de darnos las respuestas para la comprensión a las complejas interacciones entre la naturaleza y el ser humano. Los datos de las redes sociales también se pueden usar para validar y enriquecer aquellos recopilados por organizaciones de conservación y grupos de acción. Las utilidades de las plataformas son infinitas, todo depende del uso y la disposición que se haga de ellas, algo si es cierto, es un trabajo en el que todos debemos tomar parte.
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