El 86% de los alumnos utiliza algún dispositivo conectado a Internet mientras está en el aula.

By Marketing Team

Uno de cada tres niños españoles de 10 años tiene un smartphone en sus manos desde que se levanta hasta que se acuesta y, con la vuelta a la rutina escolar, notarán su ausencia en las aulas.

Cuanto más mayores, mayor porcentaje de uso: a los 15 años nueve de cada diez adolescentes lo tienen, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Por esta razón, desde Adglow, una de las empresas más importantes de tecnología y servicios publicitarios en redes sociales, hemos querido analizar el uso que le dan los más jóvenes a los dispositivos móviles y cómo afecta esto en el ámbito educativo.

La edad a la que los jóvenes españoles comienzan a tener dispositivo móvil propio se adelanta y la penetración aumenta significativamente a partir de los 10 años: la mitad de los niños con 11 años dispone de teléfono propio, tres de cada cuatro niños de 12 años también y a partir de los 14 años, nueve de cada 10 niños tiene un teléfono móvil, según el mismo informe del INE.

Aunque, según el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), la edad a la que los más pequeños comienzan a interactuar con las nuevas tecnologías es mucho más temprana: los pequeños de dos y tres años utilizan habitualmente este tipo de dispositivos para jugar, ver series infantiles o incluso vídeos de YouTube.

En las aulas de nuestro país, no existe una regulación del uso de los dispositivos electrónicos personales y es cada centro el que debe decidir sus políticas. Comunidades autónomas como Castilla-La Mancha, Valencia, Madrid o Cataluña, entre otras, han aplicado medidas y son muy restrictivas.

Hay centros que requisan los móviles a la entrada, mientras que otros permiten su entrada, pero no su uso. Aún a falta de una regulación, el Real Decreto de Derechos y Deberes de los Alumnos y las normas de convivencia en los Centros recoge la prohibición de cualquier comportamiento que altere el ritmo de la clase o moleste al resto de compañeros.

Pero pese a estas medidas los profesores se siguen encontrando con smartphones hasta el punto de que el 86% de los alumnos utiliza algún dispositivo conectado a Internet al menos una hora al día mientras está en el aula y el 45% de los estudiantes consulta sus redes sociales mientras se imparte la clase, según un estudio elaborado por la empresa de ciberseguridad McAfee.

Pero no todo es negativo, según los datos de un estudio llevado a cabo por la empresa tecnológica Samsung, tras su proyecto denominado Samsung Smart School, el uso de dispositivos móviles como elemento educativo, mejora tres competencias clave en el siglo XXI: la digital, la comunicación lingüística y el proceso de ‘aprender a aprender’.

Desde dentro de las escuelas también se entiende que los smartphone y tablets pueden ser beneficiosas para los alumnos: el 95% de los líderes en las escuelas consideran muy importante que los dispositivos móviles en el aula tienen que ayudar a darle una experiencia de aprendizaje más personalizada al alumno, según un estudio llevado a cabo por Fujitsu.

Según el estudio de la UNESCO, “Directrices para las políticas de aprendizaje móvil”, el contenido interactivo es una herramienta con mucho potencial para poder suplir las diferentes formas de aprender de los alumnos: el aprendizaje móvil favorece la creación de espacios de comunicación e intercambio, y un mayor dinamismo en las aulas.

Además, ha favorecido la personalización del aprendizaje, respetando los ritmos de los alumnos y facilitando la colaboración, lo que resulta muy destacable el valor que aporta en la atención a la diversidad, la inclusión y las necesidades educativas de los alumnos con necesidades especiales.

Sin duda, el smartphone ha entrado ya en el mundo educativo como lo ha hecho en el domicilio o la empresa.